El objetivo es dotar al Museo de un estándar de vanguardia, conforme a la legislación e institucionalidad vigente y en consonancia con los intereses de una amplia comunidad.
El estudio, ejecutado por la unidad de Bibliotecas UFRO, es fundamental para proyectar este espacio como una plataforma de conocimiento y desarrollo de la cultura regional.
Hablar del Museo Dillman Bullock de Angol es hablar de un legado arqueológico y cultural de gran valor para la región y el país, su creador y precursor, de quien lleva el nombre, dedicó – con el sello naturalista y coleccionista de la época – prácticamente, toda su vida a recopilar y resguardar las numerosas y sorprendentes piezas que lo conforman.
Además de ello, desarrolló un diligente trabajo intelectual suscitado por estos materiales, que le llevó a proponer una teoría que tuvo aceptación por mucho tiempo, sobre la existencia de una cultura diferente a la mapuche, asentada entre los ríos Bío Bío y Toltén, a la cual denominó Kofkeche, la que sin embargo ha sido discutida ampliamente por las disciplinas de la arqueología e historia y, ciertamente, por las mismas comunidades mapuche. No obstante, el valor de estas teorías ha abierto una interesante discusión en torno a los orígenes del pueblo mapuche en el territorio, permitiendo un debate en torno a posiciones teóricas tradicionales y colonialistas.
El equipo interdisciplinario que trabaja en el lugar, coordinado por el antropólogo del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de La Frontera, Rodrigo Contreras Molina, concuerda categóricamente en el potencial que tienen las piezas reunidas por Bullock para la comprensión de la realidad y la cultura regional, aseverando que este trabajo, financiado y liderado por la UFRO, constituye un aporte decisivo a la dinamización de este espacio patrimonial y su relación con el público especializado y la comunidad en general, lo que contribuye directamente de desarrollo de la capital provincial de Malleco.
“Lo que estamos haciendo es acercar el museo a un estándar de vanguardia en relación con la misma Ley de Patrimonio y el Consejo de Monumentos Nacionales y, en ese sentido, la Universidad está haciendo un tremendo aporte, ya que contar con los elementos clave que arrojará este estudio, como el inventario completo y estado de conservación de las colecciones; la determinación de las condiciones de infraestructura y equipamiento del lugar; propuestas para la actualización de la museografía; y la elaboración de una política, reglamento y protocolos de trabajo, entre otros aspectos que se han considerado, será la base para desarrollar cualquier tipo de proyecto a mediano y largo plazo”.
Además del antropólogo Rodrigo Contreras, el equipo está conformado por las arqueólogas en terreno Nelly Ferrada Cheuquepan y Morelia Mora Otth, quienes, asentadas en el lugar, han logrado inventariar una gran cantidad de piezas que se encontraban guardadas y aún sin descripción. “Las piezas se encuentran dispersas, así también sus contextos arqueológicos, sin embargo, revisando de cajón a cajón, se ha podido ir ordenando y contextualizando cada una, al mismo tiempo hemos ido haciendo un trabajo de conservación preventiva para aquellas que presentan un mayor riesgo de deterioro”, explicó Morelia Mora respecto de su trabajo.
También participa como asesor técnico el arqueólogo Rodrigo Mera Moreno, experto en diversos periodos arqueológicos del centro sur de Chile, quien, a partir de su conocimiento y acercamiento al material disponible, logra reconocer un contenido de alto valor para la investigación en torno a estas piezas, particularmente las urnas funerarias y cerámicas, halladas, en su mayoría, en los alrededores de la comuna de Angol. Estas responden a una forma cultural del periodo agroalfafero tardío, denominada como Complejo El Vergel, por encontrase sus primeros hallazgos en el fundo del mismo nombre y donde actualmente se encuentra el Museo y la Escuela Agrícola.
Sin embargo, el especialista también otorga una vital relevancia a la vinculación territorial que este espacio exhibe desde su creación, es conocido el reconocimiento y cercanía que este ingeniero agrónomo y pastor metodista, nacido en 1878, en Michigan, Estados Unidos, inspiró en los habitantes de la zona, que de modo habitual entregaron elementos arqueológicos y museográficos a la colección particular de Dillman Bullock.
“Hay muchas piezas que podría conocerse de dónde vienen, lo que es bien importante para la arqueología. Mas allá de lo estético, las piezas portan una información que está referida a un punto en el espacio o área, entonces, si pudiéramos llegar a los lugares de procedencia de materiales y colecciones estaríamos accediendo a más posibilidades de información y ampliación del conocimiento que hoy manejamos”, apuntó el profesional, como una arista fundamental para futuras profundizaciones.
Nuevas proyecciones para el Museo Dillman Bullock
El Vergel, con más de 100 años de presencia en Angol, es parte de la historia de la comuna, significando para esta un polo de desarrollo tecnológico, educacional y científico desde los primeros años de su instalación. El Museo es hoy la evidencia más tangible de esta labor orientada al conocimiento en todas sus formas, sin embargo, este espacio, con todo el potencial que contiene, carecía hasta hoy de una actualización que pueda insertarlo en los circuitos culturales de manera óptima y acorde a las nuevas formas de hacer museo.
Su director, Manuel Gatica Venegas, se manifestó expectante a todo lo que pueda generar este asesoramiento, ya que comprende la relevancia que tienen las acciones que se están desarrollando para una mayor proyección y crecimiento de este espacio cultural. “A partir de este trabajo de actualización podemos pensar en proyecciones mucho más amplias, porque al tener el registro completo de sus colecciones y las políticas apropiadas, es posible trabajar en un museo que llegue a la comunidad de nuevas y múltiples formas”, señaló el director.
Dentro de las proyecciones que considera el administrativo para el recinto se encuentra la itinerancia y la virtualidad como formas innovadoras de presentar el museo; la generación de muestras rotativas, considerando el numeroso material existente; abrir el espacio a las y los artistas; desarrollar una difusión más robusta; ofrecer instancias pedagógicas y, sobre todo, acceder a nuevas instancias de financiamiento a través de proyectos que puedan sostener este desarrollo, “algo que hoy no podemos hacer porque no contábamos con este apoyo profesional”, aseveró Manuel Gatica.
Por su parte, Rodrigo Contreras, a la cabeza de esta gestión de vinculación universitaria, puntualizó que, “como universidad, nuestro rector nos ha instruido en contribuir en ciertos ejes prioritarios, como son el tema del patrimonio y la interculturalidad. Se están haciendo los esfuerzos para poner al servicio del museo categorías museográficas actuales, que conserven las características originales pero que permitan proporcionar a este relato la justicia intergeneracional que para la comunidad y los territorios este tiene”, concluyó el académico e investigador de la UFRO.
El director de Bibliotecas y Recursos de Información, el Dr. Carlos del Valle Rojas, detalló que, “para la Dirección de Bibliotecas, este trabajo responde a la necesidad de aportar a la comunidad regional desde un doble propósito. Por un lado, contribuir a la investigación académica en lugares de significación histórica en La Araucanía y, por otro lado, revalorar y resguardar dichos espacios. En este sentido, tenemos la convicción que los hallazgos nos permitirán como Universidad generar una articulación virtuosa entre el impacto científico y patrimonial”.